Tomando
como referencia las marcas deportivas alcanzadas en el alto rendimiento, día
con día se buscan nuevos métodos y técnicas para tratar de superar dichos
parámetros. Una forma externa de influir en el desempeño físico del atleta ha
sido mediante el consumo de sustancias prohibidas por los reglamentos de las
organizaciones deportivas.
Estas
sustancias, al ser ingeridas, provocan un aumento artificial del rendimiento
deportivo; pero que de alguna forma desestabilizan las funciones fisiológicas
del organismo en detrimento de la salud.
Su
utilización se opone a la filosofía que dio surgimiento al Comité Olímpico
Internacional (COI) en 1894, promoviendo todo un conjunto de valores éticos,
morales, pedagógicos y humanistas inherentes al deporte para lograr un
desarrollo integral de la personalidad de los deportistas y mejorando la
comunicación entre los pueblos con el objetivo de salvaguardar la paz (Carta
Olímpica). Esta concepción filosófica se ha ignorado "olímpicamente",
con la utilización de sustancias tóxicas que colocan en desigualdad de
posibilidades competitivas a los deportistas. Por ese motivo, el COI ha
solicitado a sus organismos agremiados su apoyo para evitar la proliferación de
esta práctica nociva que destruye completamente los valores humanos que deben
prevalecer en toda competencia deportiva.
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